Antes
que nada, es importante saber ¿Qué es el Adviento?
El
adviento (latín: adventus Redemptoris, «venida del Redentor») es el primer
período del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación
para el nacimiento de Cristo. Su duración es de 21 a 28 días, dado que se
celebran los cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad. Los
fieles lo consideran un tiempo de reflexión y de perdón.
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El
tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año, comienza el
domingo 27 de noviembre, y se prolonga hasta la tarde del 24 de diciembre, en
que comienza propiamente el tiempo de Navidad. Podemos distinguir dos periodos.
En el primero de ellos, que se extiende desde el primer domingo de Adviento
hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y
se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de
la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus
aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su
venida hace dos mil años.
En
el segundo periodo, que abarca desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive,
se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Su nos invita a
vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios
había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para
el nacimiento de Jesús.
En
orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime
durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa
ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos
festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más
sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras
dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es
que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en
medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada
por solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos
cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida
del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del
Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela,
manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita,
por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener
una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la
conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana
preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de
la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento
del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo
estímulo de nuestra espera.
En
cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son
tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de
Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las
grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del
nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que
viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son
textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en
espera de la venida del Señor.
El
color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado,
igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los
temas que se presentan durante el Adviento:
I
Domingo
La
vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las
lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del
Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el
momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos
permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos
revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el
perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para
comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde
luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los
que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos,
etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial,
encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo
de vigilancia y deseos de conversión.
II
Domingo
La
conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la
segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del
profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué
mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la
semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como
siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la
Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos
perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de
Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante
esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los
horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés
bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la
Eucaristía.
III
Domingo
El
testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al
prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y
precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María,
que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar
y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a
su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que
la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos
que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos
disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel
que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María,
rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales
posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa,
la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.
IV
Domingo
El
anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y
la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el
anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y
aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la
Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos
queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía,
la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los
preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme
propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades.
Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
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